jueves, 12 de diciembre de 2013

Secretismo... per omnia saecula saeculorum


Un profesor nos decía en la Universidad que si de algún tema todo el mundo cree saber en Cuba es de Periodismo. Yo creo en el derecho de la gente a decir lo que opina de la prensa; a enjuiciar sus limitaciones y a sugerir desde cualquier espacio, los cambios que estime convenientes y los temas que le interesa ver en los medios. Eso enriquece la labor periodística y habla mucho del interés de los ciudadanos por su prensa.
Pero solo ejerciendo esta profesión me di cuenta de lo que en realidad quería decir el profe, no hay mejor lección que escuchar las orientaciones de algunos directivos de entidades, que casi nunca son graduados de Periodismo, ni sugieren desde su rol de público, sino que dicen “escribe esto” o “esto no lo puedes publicar”… y peor aún, hay quienes dicen cómo redactar.
Recuerdo ahora mi primer reportaje sobre zafra, hace casi tres años, cuando un cuadro del antiguo Grupo Empresarial Azucarero, me exigió apagar la grabadora y tomar nota de lo que me dictaría, al estilo de una maestra de primaria en la clase de Lengua Española.
Hace unos días, mientras buscaba datos para escribir un comentario acerca de la venta liberada de gas licuado, hallé respuestas inimaginables
Desde el primer momento “me aclararon bien” -reiterándolo tres o cuatro veces- que no podían ofrecer datos sobre el experimento, más allá de los notificados en la nota de prensa del diario Granma y algunas precisiones adecuadas al caso de Santiago de Cuba. La orientación, dijeron, venía “de arriba”.
Intenté entonces que me dijeran cuántas personas en esta provincia recibían antes del experimento el servicio de gas licuado mediante la venta normada. Y ahí comenzó la nebulosa ruta del secretismo.
“Me están haciendo señas aquí de que no debo dar ninguna cifra”   -contestó por teléfono un funcionario.
Recurrí entonces al director de la Empresa, quien con mucha amabilidad detuvo sus funciones para atenderme:
“Ese dato habría que buscarlo”- fue la primera respuesta, y me sentí esperanzada… pero luego:
 “¿Pero para qué quiere saberlo, si lo que tiene que publicar es la información que le dimos en la nota de prensa?”… “Esto no es secretismo, pero tenemos que intercambiar después para que me explique por qué necesita conocer ese dato…”
Sobre esas evasivas, no opinaré, saca tus conclusiones.
Sin embargo, entiendo que muchos asuntos debe ser manejados en secreto, si su publicación pone en peligro el desarrollo de programas económicos, en un país cuyos socios comerciales son asediados y multados por Estados Unidos; pero todavía espero que alguien me explique cuánto puede dañarnos que la prensa obtenga la información necesaria para razonar en torno a aspectos de tanto impacto en la cotidianidad. A veces hasta el más insignificante detalle cuenta.

martes, 3 de diciembre de 2013

Más sobre el caso de la anciana secuestrada por su esposo



Esta casa ha estado confinada Cristina

En pocos días pondré fotos y testimonios sobre este caso. Cristina fue liberada y tanto ella como su esposo e hija fueron hospitalizados para tratarlos por los trastornos psicológicos que presentan. Su casa ha sido reparada.

Deliciosa y barata


Foto: Carlos Sanabia

Repican las manos sudorosas sobre el tambor, suenan también sartenes, cencerros, una corneta china y viejas piezas de hierro, una multitud viene tras los músicos.
Bailan frenéticamente, sudan, cantan y se contonean, tan juntos que rozan las manos y las piernas el cuerpo del otro.
Deliciosa y barata: así va la conga por esta ciudad de casas diversas. Negros, mestizos y blancos son  arrastrados por el contagioso ritmo.
Su nombre le viene de La Tata Cuñengue, personaje de un leyenda africana que al bailar aplastaba a todos los animales dañinos.
El toque caliente y sensual, vulgar y tentador, es un convite que no desprecian ni los más educados e instruidos que, aunque no se atrevan a meterse en el tumulto, siguen con los ojos el andar de la turba.
La conga vive en los barrios “perisféricos”, gracias hombres y mujeres que pasan 8 horas laborando y regresan a casa cuando el sol se apaga; gracias, también, a otros hombres y mujeres, que  deambulan vendiendo ilícitamente todo tipo de productos, sin los límites que imponen la moral y la ley.
Ahora todos van allí, coreando los versos de un canto sin poesía ni belleza, un reto a las buenas costumbres.
Los más viejos, desde sus sillones, miran el espectáculo y sonríen. A su memoria regresa la primera mitad del siglo XX, cuando en la extrema pobreza la conga ayudaba a los discriminados y desempleados, a escapar de su realidad miserable. Así sonaba también la época de comicios.
Cuentan que la conga nació como protesta de los campaneros esclavos del siglo XIX, quienes hacían tañer las campanas con su música negra durante eventos de blancos para manifestar rebeldía contra la prohibición de sus fiestas litúrgicas. Ahora es la música preferida en los carnavales.
Julio es el mes de la conga, las congas de todos los barrios santiagueros salen el día 17 en invasión, a rivalizar con sus toques mientras los bailadores levantan los pies alternativamente y mueven con gracia todo el cuerpo.